Hoy, hace 5 años, te perdí. A veces parece que fue hace tan poco tiempo, que la herida escuece como los primeros meses. Otras veces, parece tan lejana la vida que compartimos, que duele pero de una manera distinta, pensar en todo el tiempo que ha pasado desde que no escucho tu risa. 

Hoy, la herida vuelve a sangrar como esos primeros días, el dolor se apodera de mí, y no soy capaz de pensar en otra cosa que no sea en ti. Lo peor es que en momentos así, solo tú podrías consolarme, pero ahora tengo que lamerme yo sola las heridas. 


Al principio pensaba que, con el paso del tiempo, los 4 de enero cada vez se irían haciendo más fáciles. Pensaba que con cada vuelta al calendario, el dolor iría desapareciendo con cada hoja marchita. Tonta de mí por creer que se haría más llevadero; que la herida poco a poco se cerraría hasta convertirse en una cicatriz que luciría con orgullo y diría: "aquí viven los recuerdos con la persona más bonita que he conocido y conoceré". 


Estos años, he ido aprendiendo a convivir con el dolor, a entender que no se va, solo se transforma. A veces se convierte en una fuerza imparable que me impulsa a hacer cosas de las que sé que hubieses estado orgulloso de mí. Otras veces, por el contrario, se vuelve en una melancolía que hace que no quiera salir de la cama. 


Quiero decirte que no todo es malo, que aunque duela, gracias a esa fuerza has seguido cambiando mi forma de ver el mundo, impulsadome a hacer cosas que, por mí misma, no hubiese sido capaz. Supongo que, a su manera, es una manera de seguir dando pasos juntos. Te lo debo todo y nunca podré dejar de agradecerte todo lo que hiciste y sigues haciendo por mí.


Una vez alguien me dijo que cada vez que necesitase hablarte, te escribiese. Hoy te escribo para brindar por ti, por nosotros, por el futuro que merecíamos y por la vida que soñamos juntos.


 Eres, has sido y siempre serás lo más bonito que hay.


 Te quiero y te echo de menos cada día. 


María


Comentarios

Entradas populares