Sin paracaídas.

Pensé que teníamos algo, que lo nuestro era especial, como esos dos sabores que una vez que se juntan crean una bomba de placer a la que nadie puede resistirse una vez que lo ha probado. Contigo volé, subí alto, tan alto que ni siquiera me reconocía,  pero no me importaba sentía que rozaba la felicidad o aquellos que algunos llaman enamorarse.

Subí tan alto, estaba tan engatusada con las vistas, que cuando decidiste que era la hora de que bajara no me dio ni siquiera tiempo a accionar el paracaídas, lo reconozco eso sí que me pillo por sorpresa. Me hubiera gustado poder haber envuelto mi corazón en plástico de burbujas para evitar los daños provocados por la caída.

Me hubiera gustado también haberte dicho te quiero, porque puede que lo sintiese y ahora no sé si será capaz de volver a ello. Igual hubiese sido todo distinto, igual te hubieses preocupado más o al menos quizá hubieses tenido algo de lastima de dañar a una persona que tenias embobada.


Te voy a contar un secreto, que quede entre tú y yo, te tengo miedo, podría llamarse incluso terror. Miedo a que me lastimes, terror a que se me vuelva a olvidar poner el freno de mano. Tus eres el que tiene miedo a las alturas, yo ahora se lo tengo a las caídas.

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