La misma canción resonando en el fondo del local, evocando tantos recuerdos, buenos o malos, no sabría qué contestar. Su mirada seguía perdida en el punto de siempre, esperando, esperando a que la puerta se abriese pero hoy no iba ser el día en que la espera llegara a su fin.

Sus manos la perseguían en cada instante, esas manos que habían sido motivó de burla, de odiosas comparaciones pero que cada centímetro de su piel echaban de menos. Demasiados momentos compartidos que eran imposibles de olvidar.

Sus dedos largos, su inagotable voz, su 1,85m de extraña atracción, estaba claro que su figura nunca sería confundida con la de un modelo de Hugo Boss sin embargo había algo de él que la atraía como un canto de sirenas.

Su inexistente historia había llegado a su fin, un par de besos fueron el único resultado de sus encuentros más ella no podía dejar de pensar en él ni un solo segundo, rezando porque la pantalla de su móvil se iluminase con un "te echo de menos, anoréxica" mientrás resonaban de fondo los últimos versos de vis a vis.

"Y ponerle sangre al grito de los que aman sin poder amar....".

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